Complicaciones
Algunos niños superan las consecuencias físicas y psicológicas del maltrato infantil, especialmente aquellos con un fuerte apoyo social y habilidades de resiliencia, que pueden adaptarse y lidiar con malas experiencias. Sin embargo, para muchos otros, el maltrato infantil puede dar lugar a problemas físicos, emocionales, mentales y de comportamiento, incluso años después.
A continuación, se describen algunos ejemplos:
Problemas físicos
Muerte prematura
Discapacidades físicas
Problemas de aprendizaje
Abuso de sustancias
Problemas de salud, tales como enfermedad cardíaca, diabetes, enfermedad pulmonar crónica y cáncer
Problemas de comportamiento
Comportamientos violentos o ilícitos
Maltrato infligido a otros
Abstinencia
Intentos de suicidio o daño a sí mismo
Comportamiento sexual de alto riesgo o embarazo adolescente
Problemas en la escuela o no terminar la secundaria
Habilidades sociales e interpersonales limitadas
Problemas en el trabajo o para mantener el empleo
Problemas emocionales
Baja autoestima
Dificultad para establecer o conservar relaciones
Dificultades con la intimidad y la confianza
Una idea nociva de la maternidad
Incapacidad para afrontar el estrés y las frustraciones
Una aceptación de que la violencia es una parte normal de las relaciones
Trastornos de salud mental
Trastornos de alimentación
Trastornos de la personalidad
Trastornos del comportamiento
Depresión
Trastornos de ansiedad
Trastorno por estrés postraumático
Problemas para dormir (insomnio) y pesadillas
Trastornos de vinculación
Prevención
Puedes tomar medidas importantes para proteger a tu hijo de la explotación y el maltrato, al igual que para prevenir el maltrato infantil en tu vecindario o en tu comunidad. El objetivo es ofrecerles a los niños relaciones estables, seguras y afectuosas.
Puedes ayudar a mantener a los niños a salvo de la siguiente manera:
Bríndale amor y atención a tu hijo. Cuida y escucha a tu hijo e involúcrate en su vida para fomentar la confianza y la buena comunicación. Alienta a tu hijo a que te cuente si tiene un problema. Un entorno familiar y una red social de contención pueden ayudar a mejorar los sentimientos de autovaloración y autoestima de tu hijo.
No respondas con enojo. Si te sientes abrumado o fuera de control, haz una pausa. No descargues tu enojo sobre tu hijo. Habla con el proveedor de atención médica o con un terapeuta sobre las formas de aprender a enfrentar el estrés e interactuar mejor con tu hijo.
Supervisa a tu hijo. No dejes a tu hijo solo en casa. Cuando estés en lugares públicos, no lo pierdas de vista. Ofrécete como voluntario en la escuela y en distintas actividades para conocer a los adultos que pasan tiempo con tu hijo. Cuando tenga edad suficiente para salir sin supervisión, recomiéndale mantener distancia de los extraños y a pasar el tiempo con amigos en vez de solo. Dile que debe informarte dónde se encuentra en todo momento. Averigua quién estará a cargo de la supervisión de tu hijo, por ejemplo, cuando se queda a dormir en casa de amigos.
Conoce a las personas encargadas del cuidado de tu hijo. Pide referencias sobre las niñeras y otras personas encargadas del cuidado. Haz visitas imprevistas, frecuentes y sin anunciar, para observar qué está sucediendo. No aceptes sustitutos de la persona que habitualmente es responsable del cuidado de tu hijo si no conoces al reemplazante.
Prioriza cuándo decir que no. Asegúrate de que tu hijo comprenda que no tiene por qué hacer nada que le resulte incómodo o atemorizante. Aliéntalo a tomar distancia inmediatamente de las situaciones amenazantes o atemorizantes y a buscar la ayuda de un adulto de confianza. Si algo sucede, alienta a tu hijo a que lo hable contigo o con otro adulto de confianza. Asegúrale a tu hijo que está bien hablar y que no se meterá en problemas.
Enséñale a tu hijo a mantenerse a salvo cuando está conectado a Internet. Ubica la computadora en un sector común de tu hogar en vez de hacerlo en el dormitorio de tu hijo. Utiliza los controles parentales para restringir la clase de sitios web que tu hijo puede visitar. Revisa su configuración de privacidad en las redes sociales. Considera una señal de alerta el hecho de que tu hijo quiera mantener en secreto sus actividades en línea.
Establece reglas básicas para navegar por Internet, como no compartir información personal, no responder a mensajes inapropiados, hirientes o atemorizantes y no concertar encuentros para conocer en persona a un contacto virtual sin tu autorización. Pídele a tu hijo que te cuente si un desconocido lo contacta por medio de una red social. Denuncia las situaciones de acoso en línea o a los remitentes inapropiados ante el proveedor del servicio y las autoridades locales, de ser necesario.
Busca apoyo. Conoce a las familias del vecindario, incluidos niños y padres. Crea una red de contención de familiares y amigos. Si un amigo o vecino parece estar en dificultades, ofrécete para cuidar a sus hijos o ayudarlos de otra manera. Considera unirte a un grupo de apoyo para padres para desahogar tus frustraciones en el lugar adecuado.
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